Calles en el aire

Ubicación:
Mataró, Barcelona

Superficie:
6.080 m2

Fecha:
2022

Estado:
Concurso INCASOL

Autores:

FM. Paco Fernández y Carlos Montes

Infografía:

FM

Calles en el aire

Proyecto promovido por INCASOL para la construcción de 63 viviendas en la Ronda Barceló de Mataró.

Los cuatro edificios, con sus particularidades, organizan las viviendas en orientación N-S, para que todas disfruten de una fachada hacia un exterior agradable (ya sea la calle o el interior de la manzana). Especulamos, además, con la posibilidad (¿por qué no?) de que la cubierta del equipamiento del interior de la manzana pueda ser de uso público y aportar un acceso más a través de este jardín.

La organización de todas las viviendas de este proyecto se lleva a cabo mediante la misma estrategia para todos los edificios. Con las viviendas orientadas al norte y al sur, se propone el acceso a través de la “calle interior”, que acaba siendo un lugar agradable de entrada gracias a los patios, a sus extremos abiertos al exterior y a los retranqueos que generan pequeños espacios para ser apropiados por los vecinos, además de ensanchar este pasillo. En estos espacios se sitúan las cocinas, como ámbito doméstico que puede llenar de vida y comunidad esta calle interior.

Al volumen del edificio se le añaden unas terrazas de 1,20 metros en ambas fachadas, que funcionan como un dispositivo material y constructivamente ligero que dota a las viviendas de un espacio exterior extra, que con sus —también— retranqueos suponen un filtro, tanto climático como de intimidad respecto a la calle.

El dormitorio individual se convierte en una habitación polivalente gracias a su acceso directo desde la entrada, sin necesidad de acceder al resto de la vivienda, y que puede tener otros usos: alquiler, despacho…

Todas las estancias —incluyendo el baño— tienen ventilación y luz natural, además de contar con un gran porcentaje de espacio exterior, con terrazas que dan vida a la vivienda y de las que el propio habitante puede ser partícipe. El invernadero actúa como filtro entre interior y exterior y amplía las posibilidades de disfrutar del salón, a la vez que funciona como regulador climático —calienta en invierno y ventila en verano—. A esto se suma, con el retranqueo del pasillo, un espacio exterior compartido de entrada al que asoma la cocina, fomentando la relación vecinal y facilitando al mismo tiempo la ventilación de humos. El pequeño recibidor al que abre una de las habitaciones antes de llegar al salón genera diferentes grados de independencia.